Monday, July 16, 2007



No quiero dejar pasar el tiempo ni la oportunidad de exponer en una página una pequeñísima evocaciòn al histórico pasado de Teno. Siempre ligado al campo y su tradición ecuestre voy a referirme a una casa junto al rio Teno en los comienzos del siglo XVII.

Comienzo este relato trayendo a la luz el recuerdo de una conversación en el invierno de 1984, época en la cual me encontraba empleado en el fundo Lontuecito de Cumpeo, propiedad de don Daniel Bravo Perucca. Hacía poco tiempo don Daniel Había contratado un nuevo "Ministro", y este, en una breve conversación, hizo una alusión a una casona antigua junto al puente del río Teno y la carretera. La cuestión es que a él le llamaba mucho la atención por su notable antiguedad y la simple pero a la vez imponente arqitectura de conquistador español. En el caso mío, a los 20 años, habiédola visto en más de una ocasión, no había despertado mi curiosidad, pero, desde ese momento siempre quise saber algo más al respecto. Pasado poco más de 20 años me encuentro con un libro en mis manos, escrito por don Juan Mujica de la Fuente y titulado ANTIGÜEDADES CURICANAS, desde el cual voy a extraer un par de parrafos que nos ilustran un breve fragmento de la vida de un habitante de esta parte del pais.

"Con la esbelta majestad de las palmas nativas, euritmia incomparable del paisaje chileno, se duerme en la siesta cálida del mes de diciembre la nueva casa campesina, sencilla, enjabelgada, que el noble madrileño ha levantado próxima a la ribera del magnifico y caudaloso río Teno.

El caballero pasa la modorra del estío que comienza, en una sala amplia, aireadas por dos ventanas que, guarnecidas por fuertes rejas de estilo sevillano, enfrentan a los campos en dilatada visión al fondo, junto a la azul profundo del cielo con las alatas cumbres nevadas de los Andes.

Este noble soldado que ha salido con grave herida en sus campañas guerreras, que le ha señalado pronunciada cojera, es ahora un bun agricultor del suelo curicano y conocido comerciante, con tienda abierta en la ciudad de Santiago. Su nombre evoca altvos linajs de la más rancia aristocracia española: don Melchor Jofre del Aguila.

Había tenido su cuna en la imperial y tres veces coronada villa de Madrid, donde vino al mundo el día 28 de septiembre de 1568,....

El veterano capitan de los lanceros de arauco se incorpora en su lecho, se calza los borceguíes, peina sus cabellos donde ya nievan las canas, y acude a la llamada que un criado hace a su puerta, que habia dejado con cerrojo hechado.

Una carta de su amada mujer, doña Mariana de Vega Sarmiento, que espera la llegada de un nuevo vástago, le pide que vuelva cuanto antes a Santiago para acompañarla en este trance y saludar al gobernador y capitán general dn Juan de la Jaraquemada, cuyo arribo a la capital está anunciado para los últimos días del año.

Don Melchor toma las providencias del caso para regresar a su hogar y pasar en el seno de la familia las fiestas d navidad.

A la mañana siguiente emprende el largo viaje, montando en su castaño corcel favorito, acompañado por varios fieles servidores. La noche les encuentra ya al amparo de su otra casa campesina en la Angostura. Clareando el alba se levanta el caballero, oye los informes de su administrador y en la mañana radiante de sol y espranzas cruza una vez más el valle central de Chile, repleto de siembras, dehesas abundantes de ganado y umbrosas arboledas.

En un tambo del camino, tres leguas antes de llegar al puente Maipo, que tanto empeño le habría de costar su hechura, el grupo de jinetes se detiene para la comida meridiana. Despues, bajo la fresca sombra de un emparrado , se pasa la canícula de la siesta para terminar el viaje con el crepúsculo vespertino, aclarado por la luna creciente, que sobre la cordillera inmensa se alza majestuosa."

De este corto pasaje de la historia yo rescato dos cosas: primero, la edad de la antigua casa a orillas del Teno. Segundo, lindo viaje a Santiago, dos días a marchas forzadas montando un buen caballo de la época, el preferido de su amo, aquel soldado español que si sabía lo que era un buen caballo, su vida dependía mucho de eso.

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